Miércoles 20 de septiembre
Hace
muchos años había un hombre insatisfecho. Era un hombre insatisfecho con la
ciudad donde vivía, insatisfecho con en su casa, insatisfecho con su esposa y
sus dos hijos. Quería huir de tanta insatisfacción y un día, sin quererlo
encontró un mapa y al abrirlo allí estaban las indicaciones precisas para
llegar al paraíso. El mapa situaba el paraíso en el norte y el hombre
insatisfecho no se lo pensó dos veces, quería huir, era su oportunidad y no la
desaprovechó.
El hombre, tomó rumbo al paraíso y dejó atrás su
ciudad, su hogar y su familia. Camino todo el día, incluso atravesó la frontera
de su país. Al llegar la noche, cansado, se acostó y para no perder la
dirección que le llevaba hacía el paraíso puso sus zapatos en dirección al
norte para acordarse al día siguiente de por dónde tenía que seguir caminando.
Cuando el hombre dormía a pierna suelta, un duende de la noche le cambio los
zapatos hacia la dirección contraria. Ahora ya no apuntaban hacia el norte sino
al sur pero el hombre despertó y sin darse cuenta continuo caminando y volvió a
su ciudad.
Al llegar a la ciudad, el hombre comentaba: Esta
ciudad se parece a mi ciudad pero esta es la ciudad del paraíso, no es una
ciudad cualquiera, esta es una ciudad de categoría. Callejeando llego a su casa
y dijo: Esta casa es igual que mi casa pero esta casa es la casa del paraíso,
es una casa más sólida, una casa mejor y se puede disfrutar en su totalidad. En
la casa se encontró a su mujer y a sus dos hijos, se acercó, les dio besos y
abrazos y pensó: Son iguales a mi mujer y a mis dos hijos pero son la familia
que tengo en el paraíso, se nota que tienen más valores, son más cariñosos. Me
gusta mucho más esto que mi anterior ciudad, mi anterior casa y mi anterior
familia.
Demos gracias por las cosas que tenemos
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