16 de enero
Martes 16 de enero de 2024.
El faro cada vez
estaba más triste y desanimado. Todos huían de él cuando le veían. Pensaba que
no servía para nada y que estaba perdiendo el tiempo. Así que dejó de hacer
señales a los barcos porque era algo inútil.
Al poco tiempo se
dio cuenta de que un barco se acercaba hasta donde estaba él. De repente el
barco quedó embarrancado encima de unas rocas cercanas a la costa. Escuchó
voces y sirenas, y vio unos pequeños botes que salían del barco hacia la playa.
El faro no entendía lo que pasaba. Por eso puso gran atención en saber lo que
decían aquellas personas que estaban en la playa. Como el viento soplaba de
allí, pudo escuchar con claridad sus palabras. Decían que por culpa del faro
averiado habían chocado contra esas rocas. Nadie les había avisado del peligro.
En esos momentos el faro comprendió cuál era
su tarea y por qué los barcos nunca se le acercaban. Se llenó de tanta alegría
al saber para qué servía, que su luz se volvió a encender y fue la más
brillante de todos los mares. Y ya no hubo barco alguno que dejara de verla
para librarse del peligro.
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