Lunes 8 de abril de 2024.
La oración de hoy es una adaptación del evangelio de ayer, Segundo
domingo de Pascua. ¡Feliz semana a todos! ¡Aleluya!
Tomás era uno de los amigos de
Jesús. Un día llegó a casa y se encontró a todos los demás muy emocionados y
nerviosos. “Pero, ¿qué pasa?” –dijo– “Que ha estado aquí Jesús”, decía uno.
“Que está vivo”, añadía otro. “Nos ha deseado la paz y nos quiere enviar a todo
el mundo”, decía uno más. Pero Tomás estaba enfurruñado. “¡No me lo creo!”
–dijo–. “¿Cómo que no te lo crees?” le preguntó otro. “Que yo, si no lo veo y
lo toco, no lo creo. ¿Cómo va a estar vivo?” –insistía Tomás–. Y aunque
intentaron convencerle, él se quedó sin creerlo. Una semana después estaban
todos juntos, también Tomás. Y apareció Jesús en medio. Se quedaron muy
sorprendidos. Jesús se acercó a Tomás. Le tomó de la mano y la acercó a sus
heridas, donde habían estado los clavos. Tomás estaba temblando del susto. Pero
también de la emoción, porque se dio cuenta de que de verdad era Jesús. Entonces
le abrazó, mientras decía: “Señor mío y Dios mío”. Estaba muy contento de que
estuviera vivo, y un poco avergonzado por no haberlo creído antes. Jesús,
mirando a Tomás, y también al resto, les dijo: “Felices quienes crean sin haber
visto” (que era lo mismo que decirles, felices los que crean con los ojos del
corazón) … Luego se marchó. Pero ellos sabían que estaba vivo, y que ya nunca
le perderían.
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